Procede torpemente el hombre enfermo que nombra heredero a su médico. (Publio Sirio)
El mejor médico del mundo es el veterinario: él no puede preguntarles a sus pacientes qué les pasa. Simplemente, lo tiene que saber. (Will Rogers)
El médico que no entiende de almas no entenderá cuerpos. (José Narosky)
Los mejores médicos del mundo son: el doctor dieta, el doctor reposo y el doctor alegría. (Jonathan Swift)
Un médico no recibe ningún placer de la salud de sus amigos. (Montaigne)
Casi todos los médicos tienen su enfermedad favorita. (Henry Fielding)
Los médicos como la cerveza, mejor cuanto más viejos. (Thomas Fuller).
Sólo el médico y el dramaturgo gozan del raro privilegio de cobrar las desazones que nos dan. (Santiago Ramón Y Cajal)
Cuanto antes se aparte a los pacientes de la influencia deprimente del hospital, más rápida será su convalecencia. (Charles H. Mayo)
El progreso de la medicina nos depara el fin de aquella época liberal en la que el hombre aún podía morirse de lo que quería. (Stanislaw Jerzy Lec).
Donde quiera que se ama el arte de la medicina se ama también a la humanidad. (Platón).
El cielo cura y el médico cobra los honorarios. (Benjamin Franklin)
La investigación de las enfermedades ha avanzado tanto que cada vez es más difícil encontrar a alguien que esté completamente sano. (Aldous Huxley)
Cuando un médico va detrás del féretro de su paciente, a veces la causa sigue al efecto. (Robert Koch)
El médico competente, antes de dar una medicina a su paciente, se familiariza no sólo con la enfermedad que desea curar, sino también con los hábitos y la constitución del enfermo. (Marco Tulio Cicerón)
La medicina es la única profesión universal que en todas partes sigue los mismos métodos, actúa con los mismos objetivos y busca los mismos fines. (Sir William Osler
El cirujano acaba considerando al cuerpo humano como una maravillosa máquina de carne, envuelta en un notable envase epidérmico. La máquina, además, contenía múltiples procesos y funciones. Sus jugos y fibras, las increíbles complejidades de su maravillosa sustancia, hervían de vida constante y constante cambio; las enzimas reaccionan químicamente, las células se sustituyen unas a otras, a veces criminalmente; los músculos ponían en juego palancas, y los miembros se movían sobre rodamientos a bolas; bombas, válvulas, filtros, cámaras de combustión, redes nerviosas más complejas que los circuitos electrónicos de una computadora gigantesca, todo funcionaba, mientras el médico trataba de anticiparse a las necesidades del conjunto orgánico integrado. "El comité de la muerte" (1969), Noah Gordon